jueves, 1 de abril de 2010

EL DOCTOR MODESTO

A Vicente Modesto, como creyente y médico forense, le corroía una duda: cuál fue la causa que provocó la muerte de Jesús. Para averiguarlo, estudió el relato de la pasión que recogen los Evangelios e interpretó en clave médica los datos extraídos del análisis de la Sábana Santa. Al final, y tal como ha hecho durante sus más de veinte años como forense...

...Y así, el médico llega a su conclusión: no hubo causa mortal única, sino "un conjunto múltiple de causas que actuaron simultáneamente y con tal violencia que anticiparon lo que solía ser la muerte de un crucificado". La reconstrucción forense sería, de forma resumida, la siguiente. El intenso estado emocional que sufrió ese día Jesús le produciría un "desequilibrio interno con repercusiones orgánicas", quizá con infarto incluido. A ello cabe añadir la "debilidad" general por el "ayuno absoluto" y la "pérdida de sangre". Además, las agresiones recibidas con la cruz a cuestas en su calvario hacia el monte Gólgota y los azotes sufridos provocarían un "derrame pleural y pericarditis exudativa" que le llevaron, antes de la crucifixión, al "límite de la resistencia humana".
Ya en la cruz, "el colapso circulatorio postural; la anemia intensa por las pérdidas hemorrágicaspadecidas antes y después de la crucifixión; las grandes perdidas de líquidos no repuestas; los trastornos de la termorregulación por la prolongada exposición del cuerpo desnudo al aire; y el efecto tóxico originado por la destrucción de los tejidos en sus diversas lesiones, todo conjuntamente, actuó sobre una persona cuyas resistencias orgánicas estaban ya enormemente reducidas y determinaron la rápida muerte. Probablemente en último extremo —concluye Vicente Modesto—, una hiperpotasemia (alteración consistente en un aumento de potasio en sangre) provocaría trastornos graves en el ritmo cardiaco que conducirían a la parada cardiaca y, por tanto, a la muerte".



EL DOCTOR MODESTO



Es Don Vicente Modesto

un forense de profesión

Es modesto Don Modesto

pero qué modesto... por Dios.

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