Autor: Círculo de Empresarios de Gran Canaria.
Libro recopilatorio editado por el Círculo en homenaje y memoria del periodista Juan Ignacio Jiménez Mesa
Algunas veces es bueno recordar que en GRAN CANARIA hubo una vez un GRAN PERIODISTA.
LA MARAÑA BUROCRÁTICA
Se han visto y se verán pocas aportaciones tan valiosas como las que acaba de hacer la Asociación de Empresarios de la Construcción de la provincia de Las Palmas. En catorce folios y otros tantos cuadros estadísticos, el informe titulado "Burocracia y regulaciones públicas en Canarias" hacer un retrato de perfil y de frente del disparate al que estamos llegando con eso de la Administración Autónomica.
Esta asociación patronal de los constructores es en muchos aspectos una "rara avis" en Canarias. Como todas, tiene un presidente, Antonio Díaz Flores, de marcada personalidad como empresario y dirigente empresarial. Y como casi todas, tiene un Secretario General, Jorge Rodríguez, que pertenece a esa generación expertos en la gestión de patronales que ha surgido en las Islas en los últimos años, como Antonio Rivero, José Cristóbal García y otros muchos, jóvenes economistas la mayoría de ellos, que han convertido a esas asociaciones de empresarios en algo más que los trasnochados clubs de opinión que fueron hace años.
Lo originalidad y el mérito del tándem que forman Díaz Flores y Jorge Rodríguez está en que ambos mantienen el principio de la libre empresa por encima de cualquier compromiso. Dada la situación en el resto de los sectores empresariales, cada vez más enganchados en los compromisos con los poderes públicos, se están convirtiendo, en una referencia, casi la única, de lo que a uno le parece que debe ser el espíritu emprendedor, liberal e independiente que necesita la economía canaria. Dicho sea, sin detrimento para los demás, que cada uno es muy libre de convertirse en "operador" o "agente" cuando le venga en gana y lo necesite para la supervivencia de su empresa. Las subvenciones, la protección y la ayuda tienen ese precio.
Lo que pone en evidencia el informe de la Asociación de Empresarios de la Construcción es algo que ya he comentado a veces en estos artículos, y no es otra cosa que la maraña burocrática que en pocos años ha creado la Administración Autonómica, su altísimo costo y la ineficiencia que palpa y sufre el administrado cuando tiene que tropezarse con ella. No es algo que sea achacable únicamente a este Gobierno, sino a todos y cada uno de los que se han sucedido desde que empezó a crearse esta nueva Admistración de ámbito regional, heredera de todos los vicios y defectos de la Administración Central pero agravándolos en la medida en que se superpone, se interpone y se incrusta en medio de la Administración Local; la periférica del Estado y la especialmente insular en el caso de Canarias.
Probablemente la Historia juzgará como un gran acierto, sobre todo en el plano político, el proceso de creación de las autonomías en España. Pero a poco que se analicen con ánimo crítico las consecuencias de los aspectos administrativos de ese proceso, alguien dirá que su coste en términos presupuestarios y en falta de eficacia fue nefasto para la economía española.
Aunque el informe aborda en términos numéricos el asombroso crecimiento del número de funcionarios y empleados, la disparatada multiplicación de centros y unidades administrativas, la diarrea de legislación y el ordenamiento regulador que ha experimentado (y nunca mejor dicho lo de experimentar) la Comunidad Autónoma Canaria, lo importante no son las cifras presentadas, con ser muy llamativas y espectaculares; lo importante es que con todo ello, además de elevar las necesidades presupuestarias y por tanto los impuestos, lo único que han conseguido es entorpecer la actividad económica.
Han liado la maraña burocrática de tal modo, que hoy es practicamente imposible crear una empresa, abrir un establecimiento o desarrollar un negocio cumpliento todos los requisitos administrativos y burocráticos. Lo normal es que después de destinar tiempo y recursos a desentrañar la madeja de seis proyectos y sus correspondientes visados, tres permisos, varias licencias, una larga serie de inscripciones, certificados, peticiones de alta, etc, etc; el atrevido emprendedor termine iniciando la actividad, si es que puede, sin completar todos los requisitos. Eso, cuando no entra a la brava y por derecho en el amplio mundo de la economía sumergida, que algunos informes evalúan entre un 35 ó un 40 por 100 del total de la economía canaria.
Lo oportuno de este informe es que coincide con los esfuerzos y propósitos del Plan de Empleo, instrumento con el que se quiere hacer frente a la terquedad de las cifras del paro en Canarias, que se empeñan en crecer y mantenerse por mucho que mejore la economía. La pregunta que plantea el conocimiento de estas dos realidades es hasta qué punto una es secuela de la otra.
Casi todo el mundo empieza a estar de acuerdo en que se ha perdido gran parte del espíritu emprendedor de la sociedad canaria, y por tanto de la capacidad de emplear, como consecuencia del excesivo intervencionismo y la maraña burocrática creada en los últimos años. El propio borrador gubernamental del Plan Integral de Empleo reconocía esta realidad, hasta el punto que propugnaba crear un cuerpo especial de "chaquetas azules" para ayudar al administrado. O sea, otra unidad administrativa. ¿No sería mejor repasar todas y cada una de las disposiciones reglamentarias, eliminar pegas y trabas y dejarse de tanto intervencionismo? Esta pregunta tiene una respuesta lógica para casi todos los ciudadanos, pero no para muchos de los políticos, de cualquier color y tendencia, que han ocupado y ocupan puestos de gobierno. Para ellos, lo mejor es que la sociedad entera (empresarios, trabajadores y ciudadanos en general) dependan de sus favores.
En realidad ellos no quieren ciudadanos, quieren "administrados"; no quieren empresarios, quiere "operadores"; y no quieren empleados, sino parados con subsidio.
Al menos, tal y como actúan, eso es lo que parece.
Juan-Ignacio Jiménez Mesa - 21 de octubre de 1994
- El Sr. Jiménez Mesa es el "César" Manrique del periodismo canario. Nos dejó numerosas obras maestras con sus artículos en prensa. Una recopilación de ellas está en el libro "Crónicas liberales" - CONTRACORRIENTE - 1993-2005 .-
- Don Juan-Ignacio elaboraba sus obras de arte intercalando letras para dibujar en el tiempo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Es la labor de los buenos crónistas de la realidad.
- Es de Justicia que la historia - algún día - le haga Justicia.
- Dicen que nadie es profeta en su tierra. Los duros caletres de los "intelectuales canarios" siguen negándole su Superioridad.
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